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El Blog de Vivir en el Ser

Por Marta Colom Sienes 05 sept, 2022
Hace un mes que llegamos a la isla de El Hierro. Sin darme cuenta me he ido disolviendo despacio en este lugar que me acoge ahora, sin forzar nada, deshaciéndome en lo que me impedía disfrutar aquí, atravesando nuevas capas de un duelo que me acercan a poder vivir con más gratitud y celebración la vida. He llorado mirando el Golfo y su parecido con el Valle de Aridane, mirando el atardecer desde el Verodal, transportándome a mi querida playa de Los Guirres. Me duelen los lugares que ya no existen más. Como un tesoro bien guardado en cada uno de mis sentidos me acompañan las sensaciones vividas en cada uno de los espacios que habité en mi isla bonita. Qué afortunada de haber podido crecer en sus caminos y en sus aguas, qué suerte la mía de haber elegido este lugar mágico para aprender tanto, para grabarme a fuego que nada desparece si yo le puedo dar un lugar dentro de mí. Cuando llegué a la casita de El Paraiso no sabía el viaje que estaba comenzando ahí. Como esas olas grandes que comienzan a armarse y a elevarse, despacio. Puedes ver ahí la belleza de la luz entrando en el rizo antes de romper. No sabía todavía que iba a vivir esta ola desde dentro, mojándome de lleno, siendo revolcada y depositada en la arena. Ahora que estoy depositada en la arena, puedo decir que no concibo ahora mi vida sin el paso del volcán por ella. Como cada ola que ha pasado por mi vida y me ha desnudado de una capa más que creía necesitar para protegerme. No soy la misma que en septiembre miraba fijamente la boca de la erupción mientras nos enterábamos que nuestra casa había quedado cubierta por la lava. A veces no entiendes nada, a veces te enfadas, a veces vislumbras algo de sentido, a veces a la luz te atraviesa y te sientes bendecida. Así está siendo esta ola. Una inmersión en un viaje que no he elegido, pero que sí puedo elegir cómo vivirlo. Quiero vivirlo con la mayor consciencia y presencia que me sea posible, con toda la compasión y amor que tengo disponible, con toda mi honestidad y apertura con la que sé hacerlo. Es por eso que estoy eligiendo cómo vivir los días, qué me nutre y qué no lo hace, qué necesito y cómo puedo ponérmelo más fácil. Me importa mucho saborear e integrar este momento, aprovechar esta ola para ensanchar mi mirada y mi corazón, para tener más espacio, para estar más al servicio. Las redes sociales, el móvil, las noticias, quedan en un plano secundario en mi vida ahora. Tengo bastante información en mi campo y en mi entorno más cercano, elijo cuidarme para no colapsar. Escribo a veces, y a veces me apetece compartirlo. Esta mañana me desperté con una frase de una querida canción que mi padre escuchaba en la voz de Ana Belén cuando yo era pequeña: “Y desafiando el oleaje sin timón ni timonel, Por mis venas va, ligero de equipaje, Sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje” Y me descubrí en este viaje, en este pedacito de vida que habito, tan vulnerable, tan frágil, en este cascarón de nuez, mirando al horizonte con curiosidad, viendo todo lo que ha ido atravesando este corazón que se me dio durante mis 34 años en esta vida. Y me brotaban las lágrimas en una mezcla entre duelo y celebración donde no me daba cuenta de donde empezaba lo uno y acababa lo otro. Cada vez me interesa menos comprender las cosas, me importa entrar en el flujo de lo que pasa, no detenerme en el contenido que bloquea el movimiento en el que soy mecida, donde no tengo que hacer nada salvo dejar que la vida sea a través de mi y de mi cuerpo, sostenerme en mi respiración, quedarme ahí, sintiendo el calor, sintiendo la energía en mí. Dándome cuenta de la vida que me habita y no cortando su expresión. Así transcurren mis días en esta pequeña isla.. a veces llega una flor, un pájaro, un brillo en el mar, un rayo de sol en la cara, una piedra, un árbol, un abrazo, un libro, un sabor, una lluvia, siempre llega, como traída con la ola esa concha brillante que se queda en la arena, ese cascaron de nuez que tras la tormenta puedo ver y recoger, abrigar entre mis manos.
Por Marta Colom Sienes 12 may, 2021
En la última sesión que tuve con una persona a la que acompaño emocionalmente, me contó algo que le había sucedido, que me gustaría compartir con vosotrxs, con su permiso explícito para hacerlo. Vamos a poner que se llama Ana. Ana es profesora, trabaja con adolescentes en un centro educativo. Una de sus alumnas estaba mostrando un rendimiento en el curso inferior al que a ella le gustaría. Está en juego que pueda pasar de curso o no, por lo que decidió hablar con ella al finalizar una clase. Ana le expresó a la alumna durante un rato su enfado con respecto a su falta de actitud y su bajo rendimiento. Como Ana dice “le hablé muy fuerte, fui dura con ella”. La alumna escuchándola se echó a llorar, afectada por la conversación. Ana se sintió incómoda, pero escuchó una voz interna que le decía “por mucho que llores no me voy a ablandar”, y continuó hablándole de su actitud negativa durante el curso y de lo difícil que tenía poder pasar de curso si continuaba así. Esa tarde, al llegar a casa, Ana estaba incómoda, y se preguntaba por qué había sido tan dura con aquella alumna. Dejó sentirse la tristeza y el dolor por lo que había sucedido en la mañana, comprendiendo muchas cosas de la conversación. Entonces se dio cuenta de que quería tener un nuevo encuentro con ella, para elegir hablarle desde otro lugar. Al día siguiente, pidió de nuevo a la alumna un momento para hablar, con el fin de pedirle disculpas por la forma en que se había dirigido a ella el día anterior. Ana conectó con su vulnerabilidad y rompió a llorar mientras le expresaba a su alumna su frustración y dolor con la forma en que le había hablado. La joven se acercó, y abrazó a la profesora, expresándole que la entendía. Escribo esta historia unos días después de haberla escuchado en voz de su protagonista, y todavía me emociono. Recuerdo de mi niñez y adolescencia muchos encuentros con profesores y profesoras, en los que recibí esa primera conversación. Recuerdo la sensación de que algo se rompía adentro. La sensación de estar haciendo algo “mal”, de que no era querida o valorada, de que no valía lo suficiente. La segunda conversación no tuve la oportunidad de vivirla, es por eso que quizás ha sido para mí tan inspirador y sanador conocerla ahora desde este lado de persona que acompaña a otrxs, sabiendo que es posible y que ya está sucediendo. Podemos dejar a un lado las jerarquías profesorado-alumnado, podemos vernos como seres que estamos viviendo lo mismo, que necesitamos lo mismo, y que nos une la misma fuerza de querer lo mejor para unx mismx y para lxs demás. Como seres humanos podemos elegir cómo queremos vivir cada situación que la vida nos pone delante. ¿Elegimos tener la razón? o ¿Elegimos conectar con nuestro corazón, y con ese otro corazón que tenemos enfrente? Gracias Ana por confiar en la vida a través de ti, y por dejarme compartir esta historia. Continuará…
Por Marta Colom Sienes 06 ene, 2021
Terminando el día de hoy, día de Reyes y Reinas, me gustaría dejar por escrito una reflexión que he hecho en vídeo y no se escucha bien. Recuerdo el día que me enteré de que los reyes eran los padres. La frustración, el enfado, la rabia… sobre todo el dolor que había bajo esa rabia inicial. Tardé mucho tiempo en confiar plenamente en mis padres. No entendía cómo me habían podido mentir en algo tan importante para mí. La magia e ilusión que había vivido durante mis primeros 7, 8, 9 años (no recuerdo en qué año me enteré de la verdad) dio paso a cierto amargor y tristeza. Con los años, pude comprender todas las necesidades que cubre en los adultos celebrar los reyes magos de esta manera que hemos conocido y que continuamos alimentando. Necesidades de pertenencia y seguridad. Pensamos que seguimos la tradición familiar, que de niños nos hizo mucha ilusión, y que no podemos robar esa ilusión a los niños y niñas. También hay algo de compartir la realidad con nuestros padres y familiares que nos han acompañado, y algo así como conmemorar u honrar la tradición, el camino que nos trajo hasta aquí. También como adultos queremos seguir experimentando esa ilusión, juego, afecto, cercanía, y es muy ilusionante para los nuevos padres y madres continuar con la tradición de los reyes tal y como lo vivieron cuando ellos eran pequeños. Recuerdo la primera vez que mi prima me contó cómo iban a celebrar los reyes con su primera hija. Le iban a contar el cuento, la leyenda de los tres reyes magos, y le explicarían que, rememorando ese momento, las personas conectamos con la magia de podernos hacer regalos y celebrar la vida entre todos, obviando la parte fantástica de que vienen tres seres magos a las casas dejando regalos. Cuando lo escuché me pareció una locura, no podía entender por qué impedir que un niño viva la magia de los reyes. Cuando vi los ojos de mi sobrina el día de Reyes, con la misma ilusión que la que yo recordaba en mí, mirando a sus padres, al resto de familia, emocionada con los regalos, participando también en la elaboración de regalos, con respeto y cuidado al resto de primos pequeños cuyos padres sí habían decidido continuar con la tradición, me pareció lo más mágico que había vivido hasta ahora. Revisé entonces las necesidades que hay detrás de elegir celebrar los reyes de otra manera, o no celebrarlos, o inventarse otro ritual más acorde con el momento de cada familia. Necesidades de honestidad, consideración, respeto, empatía. Necesidades igual de válidas y potentes que las que mueven a padres y madres a celebrar los reyes magos en la forma que conocemos. Puedo respirar y descansar entonces, comprendiendo la vivencia que tuve en mi niñez, validando la motivación de mis padres al elegir celebrar los Reyes Magos de la forma en que la celebramos en mi familia. Al mismo tiempo puedo preguntarme a mí misma si yo quiero continuar celebrando así esta festividad o hay algo que quiera transformar en mis vínculos y como continuarla con los niños que tengo cerca. Detrás de cada decisión hay una fuerza que nos mueve a tomarla, y cada persona, cada familia, está en un lugar y ese lugar es perfecto así como es. Hace años que no celebro la navidad, ni la fiesta de los reyes magos tal y como las conocí cuando era pequeña. Me está encantando inventarme nuevas formas más armoniosas y coherentes con lo que necesito en cada momento de mi vida. Hoy, día de fuego y frío afuera, te abrazo con calidez y con la intención de abrir nuestra mirada y nuestro corazón para que quepamos tod@s, cada un@ allí donde se encuentra ❤️
Por Marta Colom Sienes 01 ene, 2021
Hoy nos despedimos este año 2020, un año que no pasará inadvertido y que ha traído mucho movimiento y agitación a nivel colectivo. Habitualmente al acabar el año y hacer balance, pensamos en términos de si ha sido un año bueno, un año malo, un año para olvidar, un año fabuloso, o algún otro calificativo que no habla de nosotros, si no “del año”. Este año en concreto, con la situación producida por el Covid19 que estamos viviendo, me doy cuenta de las ganas que hay que acabe este periodo, escucho frases como ”que el 2020 se vaya y no vuelva” “que le den a este maldito año”. Mostramos nuestro malestar que sentimos con las cosas que nos han pasado mediante descalificativos que le hacemos a este año 2020 juzgándolo como malo, igual que cuando un niño se da un golpe contra la pata de una mesa y le decimos a la pata “mala, mala, eres una pata mala”. De esta manera nos quedamos en el juicio dirigido hacia afuera sin poder acceder a nuestra experiencia íntima y sacarle el jugo de sabiduría que esconde. Te propongo antes de terminar el año que puedas darte un momento para reflexionar sobre lo que ha sido valioso para ti en este año, qué es lo que celebras de este año, qué necesidades si han estado satisfechas. Por otro lado, qué es lo que te ha generado dolor, frustración, tristeza… qué necesidades no se han visto satisfechas durante este año. Desde la Comunicación No Violenta, hablamos de hacer duelos y celebraciones. Esto es, poder darnos cuenta de en qué medida nuestras necesidades se han visto atendidas y satisfechas y en qué medida esto no ha sucedido. Necesitamos celebrar y hacer duelos para avanzar, para colocar los sucesos en un lugar saludable, para tomar conciencia de nuestros procesos y responsabilizarnos de lo que sí está en nuestras manos. Me lanzo yo como ejemplo: Este año me ha traído uno de los cambios más potentes en mi vida, soltar la casa familiar donde había vivido hasta ahora y cambiar la vida de una cuidad como Zaragoza, a una en una pequeña aldea en la isla de La Palma, en Canarias, sólo una semana antes del confinamiento por el Covid. Mis necesidades de calma, espacio, comodidad se han visto satisfechas con este cambio, también de comunión y sentido, al poder cultivar un huerto en casa y vivir en un lugar más cercano a la naturaleza. He podido conocer nuevas personas que me han acogido en este nuevo lugar, mis necesidades de afecto y cercanía han estado muy satisfechas. He trabajado ofreciendo acompañamiento emocional a personas de aquí de la isla, también sesiones online, y los grupos de comunicación consciente me han dado momentos llenos de conexión, sentido, auto expresión y crecimiento. Celebro haber podido tener todas estas necesidades colmadas en muchos momentos del año. Al mismo tiempo, he sentido en muchos otros momentos intranquilidad, impotencia, inseguridad… Mi abuelo estuvo malito, hasta que finalmente falleció en agosto, y fueron meses de sentir el dolor por el proceso que estaba viviendo, la inseguridad de no saber si podría viajar, la vulnerabilidad al estar lejos de la familia. Cuando escuchaba a personas cercanas, familiares, contarme cómo estaban viviendo el confinamiento, las situaciones que estaban viviendo, la soledad de las personas mayores, sentía agobio, preocupación, dolor miedo. Mis necesidades de pertenencia, de cuidado, cooperación, libertad, conexión me estaban expresando que había algo importante para mi en este proceso. Con todo esto hago mi propia fiesta en la que celebro y hago duelo por todo lo ocurrido. La vida nos plantea todo el tiempo esta danza, entre duelos y celebraciones, es así nuestro paso por esta tierra. Podemos vivir con mucha más liviandad, presencia y compasión si en lugar de culpar al año 2020 o al virus de todo lo malo que nos ha pasado, somos conscientes de las necesidades. Desde la comunicación compasiva y no violenta, las necesidades son la fuerza que nos mueve, el motor que impulsa nuestro crecimiento y desarrollo en la vida. Aprender de ellas y con ellas nos ofrece mucha más información, conexión con nosotrxs y poder. Eso es lo que nos deseo para este año que entra en unas horas, Que habitemos el poder que tenemos como humanidad para enriquecer la vida, Que en este año que comienza el corazón llene nuestras manos, miradas, palabras. Que más allá de lo que ocurra afuera, podamos vivirlo desde el amor que somos Que no se nos olvide que debajo de todos los mecanismos de supervivencia que hemos aprendido, para vivir en este mundo a veces hostil, late un corazón sin condiciones. Que recordemos que ese mismo corazón es el que late dentro del resto de seres humanos que habitamos el planeta. "Quien dijo que todo está perdido, Yo vengo a ofrecer mi corazón" Me encantaría leeros en comentarios! ¿Qué celebras de este año, de qué haces duelo? Os leo y os abrazo con todo mi amor.
Por Marta Colom Sienes 15 sept, 2020
Basta una mirada tierna, amorosa, afectuosa ante una persona que se duele, que siente miedo, frustración, enfado. Basta hacer un nido donde colocar todo lo que está vivo. Donde cobijar nuestros pájaros ateridos que buscan calor y contención. Hay un momento donde la Vida lo atraviesa todo. Un niño que se cae al suelo, la enfermedad en alguien querido, la inseguridad económica de estos tiempos, la distancia con mi pareja, la obligación de llevar a los niños con mascarilla, o la obligación de llevarla yo, el cansancio, la incertidumbre. Cuéntame lo que está Vivo en ti, cómo está siendo para ti este tiempo. Yo te escucho. Cuando entras en tu Ser, no hace falta arreglar nada, ni llevar a la otra persona a ningún lugar que tú creas mejor. Basta sólo permanecer con el corazón abierto, con la respiración que acompasa, disolviendo los límites por un instante. Es cómo si le dijera al otro: “Descansa. Aquí puedes Ser, con todo lo que está vivo en ti. No hace falta que maquilles nada, que escondas nada. Entrega a este nido todo lo que te recorre”. Sólo por un rato, sólo la próxima vez que alguien necesite escucha y comprensión. Ofrécele tu mirada limpia, sin juicio a lo que te comparte. Deja por un ratito tu historia. Tu historia te acompaña, no tengas miedo a abandonarla y olvidarte de ti. Es sólo por un momento, permitir que lo Vivo en el otro pueda expandirse sin encontrarse con una barrera que lo frene. Es como cuando te haces el muerto en el agua, y alguien te sostiene sólo con un dedo bajo el cuerpo y entregas tu peso y dejas que el movimiento te lleve, sintiendo la paz en ese instante de entrega. Es sólo un suave baile entre seres humanos sintientes que nos acompañamos a hacer el duelo y a celebrar la vida.
Por Marta Colom Sienes 12 sept, 2020
Tengo muy presente estos días, en sueños, en visiones, en conversaciones, la transformación humana que estamos presenciando en estos momentos. Y con presenciando no me refiero a ser testigos pasivos de ella, si no que es a través de nuestra presencia, nuestra consciencia de lo que está alquimizándose en nuestro interior, lo que permite que esta transformación ocurra. Estas últimas semanas estoy sintiendo expansión y apertura en cómo vemos a los demás, cómo vivimos los conflictos. Observando y sintiendo cómo pese a las resistencias de nuestra inercia, una parte de nosotros sí comprende el misterio, sí puede ver al otro como una parte de sí mismo y disolver sus propios bordes. En lo más terrenal, veo cómo muchas personas llevamos tiempo tocando el límite de no poder vivir más bajo las estructuras aprendidas y anhelar profundamente una transformación en los propios patrones de respuesta y de relacionarnos con el otro, reconociendo y descansando en la vulnerabilidad de la imperfección tan perfecta que encarnamos como seres humanos. Siempre digo en los espacios que facilito, que la Comunicación No Violenta es para mí un canal para unir el cielo con la tierra, para materializar en acciones la certeza de unidad que un plano más elevado nuestro Ser conoce. Y esto es bien concreto y terrenal. Va de cómo me levanto por las mañanas y lavo los platos acumulados de la cena. En cómo le digo a mi compañer@ y a mis hij@s lo que me ayuda y lo que no contribuye a mis necesidades. En cómo escucho lo que ell@s tienen para decirme. Cómo elaboramos los conflictos y crecemos a través de ellos. Va de cómo me escucho y pongo límites cuando soy consciente de mis necesidades, y cómo doy espacio a comprender los límites de los demás. Esto es bien concreto y en cada milisegundo tenemos una nueva oportunidad de actualizar nuestro potencial. Y si la cagamos, porque la vamos a cagar, tener la valentía y el amor para poder expresar nuestras dificultades y voluntad de aprender. Bello camino este que recorremos como gran tribu. Encontrándonos, alejándonos, reflejándonos, doliéndonos, celebrando. Explorando y transitando nuevos caminos que nos acerquen a vivir en la plenitud que YA SOMOS Vamos junt@s No hay otra forma de ir.
Por Marta Colom Sienes 24 ago, 2020
Cuenta la leyenda que un antropólogo propuso un juego a los niños de una tribu africana. Puso una cesta llena de frutas cerca de un árbol y le dijo a los niños que el juego consistía en que el primero que llegara a la cesta, ganaba todas las frutas. Cuando dio la señal para que corrieran, todos los niños se cogieron de las manos y corrieron juntos. Después, se sentaron en grupo a disfrutar del premio. Cuando el antropólogo les preguntó porqué habían jugado así, si uno de ellos podía haber sido el único ganador de las frutas, le respondieron: ¡Ubuntu! ¿Cómo uno de nosotros podría estar feliz si todos los demás están tristes? Ubuntu significa «Yo soy porque nosotros somos». Es una antigua palabra africana que se utiliza para hablar de la creencia de un enlace universal que conecta a toda la humanidad. Implica el hecho de tener en cuenta al otro. Como ideal promueve la cooperación entre individuos, culturas y naciones. Es una forma de sentir en común, de trabajar en común y de poner a disposición, de todos o de muchos, lo que uno o unos cuantos han conseguido realizar y que puede contribuir con la creación de un mundo más igual.» Ubuntu, en la cultura Xhosa significa: “Yo soy porque nosotros somos.” El incendio que hemos vivido estos días en la isla de La Palma ha sido intenso, llenando las conversaciones, los encuentros y el día a día. Todas las miradas puestas en el norte de la isla, en esa columna de humo que no cesaba. Hemos sentido el miedo de las personas vecinas que tuvieron que ser desalojadas, la intensidad y adrenalina de todas las personas que estaban trabajando para su extinción, la preocupación de tod@s l@s moradores de esta isla que veíamos como ardían bosques, animales, casas. Sentir la unidad en este pedacito de tierra, la humanidad en forma de ayuda que ha venido de otras islas, de la península, en forma de mensajes de apoyo y de comprensión ante el dolor. Humanidad: unidad humana. Me conmueve y esperanza sentir como he sentido estos días “Una persona se hace humana a través de otras personas” Nuestra naturaleza es compasiva. Hay un gozo y disfrute en los seres humanos cuando tenemos la oportunidad de contribuir a la vida, al bienestar de los demás, de los animales, del planeta. Estamos desconectados de esta naturaleza y es en situaciones como lo ha sido este incendio, cuando la vida nos pone frente a nosotr@s oportunidades donde dejar lo que nos separa a un lado. Ahí nos encontramos en lo que nos une. En estos momentos en los que estamos como humanidad atravesando nuevos y complejos retos, resulta muy fácil desconectarse de los demás y sentirnos más separados que nunca del otro y de la vida. Desde este espacio invito a quien esté leyendo estas palabras a guardar un instante de silencio para practicar la mirada hacia todo lo que nos une, a reconocer y validar las necesidades humanas que nos llevan a cada un@ a vivir como vivimos. Tenemos delante una oportunidad muy valiosa para reconectar con esta naturaleza donde somos capaces de dar desde el corazón, como una fuente de vida que brota a borbotones y enriquece la tierra que pisan nuestros pasos. Desde la gratitud de estar viva y poder compartir este espacio tiempo con tod@s vosotr@s en este planeta único, con la esperanza y alegría de poder contribuir a este momento vital tan especial con todo mi Ser. Gracias por estar cerca 💫
Por Marta Colom Sienes 19 jun, 2020
Desde que tengo recuerdo mi abuelo materno ha cultivado y cuidado infinidad de rosas con todo su amor en su gran terraza, un oasis en mitad de Zaragoza. Multiplica las macetas y cada año amplía su familia de rosales. Se las encuentra, las compra, le regalan. De todos los colores. Y se pasea con mi abuela a lo largo de su jardín inventado con sus pies descalzos mientras con admiración reconoce una a una, ofreciéndote su olor e invitándote a contemplar los detalles. Las riega, las poda, las cuida de pulgones y cuando a veces elige alguna para colocarla a modo de altar frente a una foto de los que ya no están. También el día del cumpleaños de mi abuela la despierta llevando a su mesilla una de las rosas. Recuerdo con mucho cariño cuando iba a verles a su casa y antes de haber cruzado la puerta me insistían para salir a la terraza a que viera las flores. Este año estoy lejos físicamente, y él está flojito de salud. Hoy en un rincón del jardín de mi casa en La Palma emergió una única rosa rosa de un gran perfume y belleza. Me quedé un ratito con ella, contemplándola, oliéndola, sintiéndome aquí, en este lugar que ahora es mi hogar. Y entré en una conexión muy bella con mis abuelos, con esos paseos entre flores, al sol del atardecer. Contemplé un poco más la escena, y vi alrededor de la rosa unas flores muy exóticas, con un original rallado sobre ellas. He investigado y ahora sé que se llaman Astromelias, o lirios de los Incas. Una flor de un simbolismo muy especial que crece en lugares frescos y montañosos en los Andes. Y también aquí, rodeando a esta Rosa🌹 Me gusta pensar que esta rosa simboliza toda mi herencia, la fuerza y ternura que he recibido de mis ancestros, el amor de mis abuelos, que me han traído hasta quien hoy soy. Y que estos lirios adornan todo mi caminar cuando me abro a vivir mi propia experiencia, la que me ha traído a esta isla. Siento una conexión muy fuerte con la tierra que piso y con todo mi linaje, como si viniera junto a todos mis ancestros a explorar nuevos territorios y ellos me acompañaran en cada paso. Me encantaría hacerles llegar a mis abuelos este lugar que hoy me ve. Hoy los traigo a mi lado a través de estas palabras.
Por Marta Colom Sienes 04 may, 2020
Me impresionan mucho los reptiles, en general. Siento un escalofrío al verlos y mi cuerpo se pone en tensión. Y oh oh, aquí en Canarias hay muchos lagartos, lagartijas, geckos, y otras variedades cuyos nombres desconozco. Hay una variedad de ellos, más grandes, más tipo lagartos, que viven entre las piedras y matorrales. Cuando tienen sed, se alimentan de los brotes tiernos del huerto y de los frutos maduros, por lo que hay que adaptar las estrategias si queremos comer algo de lo que cultivamos. Por un lado he llenado el huerto y el jardín de recipientes con agua, para que no lleguen a tener sed y a querer comer los frutos, y también me estoy acostumbrando a coger los tomates cherrys un poco antes de que estén maduros del todo para evitar que los mordisqueen. Otra variedad de estos seres, más pequeñitos, los geckos, a menudo entran en las casas y viven de los pequeños insectos que cazan. Todavía me sobresalto cuando entro en una habitación y percibo una cola esconderse tras un mueble. Así que en esas estamos... compartiendo recursos, conociéndonos y familiarizándome con su presencia... e imagino que más les costará acostumbrarse a mi miedo.. soy consciente de que estoy ocupando sus espacios que eran suyos mucho antes que míos! Esta mañana cuando he ido a vaciar el cubo de la fregona, me he encontrado un pequeño gecko dentro del agua, con la cabecita fuera del agua y agarrado como podía a las paredes del cubo. Me ha despertado una ternura que no había sentido antes por estos seres. El miedo y rechazo se quedaron fuera de mí y el instinto y deseo de ayudarle ocupaba todo mi espacio. Este pequeñín me ha dado la oportunidad de sacarlo del cubo, despacio. De bañarlo con agua limpia para quitarle los restos de jabón que pudiera tener el cuerpo, de buscarle un lugar para que descansara. Verlo ahí quieto, a merced de mis cuidados, necesitando ayuda para vivir, me ayudó a conectar con la compasión y el amor más grande que he podido sentir hasta ahora por un reptil. Hoy llueve mucho afuera, y para que su temperatura corporal no baje demasiado, le hemos preparado un rincón con piedras en una esquina de la casa para que pudiera recuperarse. Al ratito hemos visto como salía y emprendía su viaje por el interior de las vigas de madera del techo de casa. Me siento reconfortada después de este pequeño gran encuentro con este Ser que me ha enseñado tanto. Mis manos temblorosas acariciando su cuerpo diminuto y frágil. Mi vulnerabilidad y la suya encontradas en un instante. He experimentado y sentido con una claridad preciosa, que si estoy en el momento presente y observo las cualidades que se despliegan en mí, sin entrar en los pensamientos o sentimientos del pasado, sin interpretaciones o juicios, la compasión se hace presente.
Por Marta Colom Sienes 11 nov, 2019
Hoy facebook me recuerda que hace justo un año que inicié mi andadura en este ancho mundo de vivir acompañándome y acompañando a otras personas. Hoy reviso las necesidades que pulsan dentro de mi Ser para elegir continuar poniendo mi energía en este proyecto de vida. Son unas cuantas! Podría decir el amor, el afecto, la compasión, la coherencia, la realización, el compartir, la libertad, el aprendizaje, la paz… Después recuerdo que estas necesidades son universales, es decir, que todos los seres humanos las compartimos. Son nuestro motor, el movimiento que nos lleva a vivir y a darnos al mundo, a generar estrategias que nos acerquen a satisfacer lo que para nosotr@s es importante. Y puedo ver cómo a todas las personas que habitamos el planeta nos mueve esta misma energía de las necesidades. Todos los serenes tenemos las mismas, están en nosotros desde el vientre materno (alimento, oxígeno, calor humano) y nos acompañan durante toda la vida. Son muchas las necesidades que se agrupan en aquellas de subsistencia, de libertad, seguridad, identidad, relacionales, de realización. Un día como el de hoy, tras la jornada electoral de ayer, puedo percibir la incomodidad, el dolor, el enfado y la rabia de muchas personas cuando ven los resultados de las elecciones. Al mismo tiempo y ante el mismo escenario, veo como otras personas sienten alegría, alivio y tranquilidad. Esto me lleva a preguntarme: ¿cómo es este fenómeno?, ¿qué ocurre para que ante una misma situación, seres de la misma especie experimentemos tan distintas respuestas internas? Hemos crecido inmersas en el paradigma de los buenos y los malos, lo correcto y lo incorrecto, y no nos damos cuenta de que esta visión no nos permite mirar ni expresar lo que realmente está vivo en mí. Si pudiéramos ver que tras esas posiciones tan sólo hay personas intentando satisfacer sus necesidades humanas. Si pudiéramos darnos cuenta de que quizás unas personas tengan necesidades de libertad, de independencia, de comunión… y al mismo tiempo otras necesiten seguridad, armonía o reconocimiento. El bien y el mal no me ayuda a hacerme responsable de mirar dentro de mí para darme y cuenta y expresarte, honestamente, que “algo de lo que has hecho no está en armonía con mis necesidades”. Si me diera cuenta de que soy yo quien me siento incómoda cuando me dijiste o hiciste tal cosa… que soy yo con mis vivencias quien interpreto lo que tú haces. El conflicto siempre está en las estrategias. Algo de lo que el otro propone con su estrategia no cuida de alguna de las necesidades que para mí son importantes ahora. Y ahí es donde entramos en una lucha, porque en nuestro paradigma conocido de correcto e incorrecto, sólo puede ganar uno de los dos. Y bajo este paradigma decimos “Eso no está bien. Eso no se hace!” Y el otro no llega a comprender qué es (de todo eso que hace) aquello que no me ayuda en la satisfacción de mis necesidades. De igual forma, yo no llego a comprender qué es de todo eso que yo propongo, lo que no está en armonía con sus necesidades. Es necesario un espacio de escucha, donde lo que me mueve es la conexión con el otro, el llegar a un lugar de encuentro donde tanto tus necesidades como las mías son tenidas en cuenta y respetadas, donde somos capaces de elaborar estrategias que nos ayuden tanto a ti como a mí a vivir cuidando de lo que es importante para ambos. Y es aquí donde nos invito a cada un@ de nosotr@s a elegir vivir desde la conexión con lo que está vivo dentro de cada un@, que son los sentimientos y las necesidades, en lugar de lo que “Debería de ser, o lo correcto”. Nos invito a sostener desde el amor las situaciones que están presentándose afuera de nosotr@s y utilizarlas como oportunidades que nos ayuden a darnos cuenta de qué es lo verdaderamente importante para cada un@ de nosotr@s. Y si me doy cuenta de que lo importante es el respeto, el cuidado, o la cooperación, voy a vivir toda yo ese respeto, ese cuidado, esa cooperación. En primer lugar hacia mí misma, en la forma en que me trato, me alimento, me cuido, y también pondré atención en el cuidado hacia l@s demás, en cómo me acerco a l@s niñ@s, a mi pareja, compañer@s de trabajo, hacia mi familia, y en cada interacción cotidiana. Nos invito a creer y a crear la posibilidad de que tod@s podamos ganar en este mundo, me mueve la certeza de que es una posibilidad más real que la estamos viviendo en estos momentos. Nos abrazo fuertemente, gracias por acompañarme 🦋 Autoría de la imagen desconocida.
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