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La Empatía Sana

Marta Colom Sienes • sept 15, 2020

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Basta una mirada tierna, amorosa, afectuosa ante una persona que se duele, que siente miedo, frustración, enfado. Basta hacer un nido donde colocar todo lo que está vivo. Donde cobijar nuestros pájaros ateridos que buscan calor y contención.

Hay un momento donde la Vida lo atraviesa todo. Un niño que se cae al suelo, la enfermedad en alguien querido, la inseguridad económica de estos tiempos, la distancia con mi pareja, la obligación de llevar a los niños con mascarilla, o la obligación de llevarla yo, el cansancio, la incertidumbre. 

Cuéntame lo que está Vivo en ti, cómo está siendo para ti este tiempo. 

Yo te escucho. 

Cuando entras en tu Ser, no hace falta arreglar nada, ni llevar a la otra persona a ningún lugar que tú creas mejor. Basta sólo permanecer con el corazón abierto, con la respiración que acompasa, disolviendo los límites por un instante.

Es cómo si le dijera al otro: “Descansa. Aquí puedes Ser, con todo lo que está vivo en ti. No hace falta que maquilles nada, que escondas nada. Entrega a este nido todo lo que te recorre”. 

Sólo por un rato, sólo la próxima vez que alguien necesite escucha y comprensión. Ofrécele tu mirada limpia, sin juicio a lo que te comparte. Deja por un ratito tu historia. Tu historia te acompaña, no tengas miedo a abandonarla y olvidarte de ti. Es sólo por un momento, permitir que lo Vivo en el otro pueda expandirse sin encontrarse con una barrera que lo frene. 

Es como cuando te haces el muerto en el agua, y alguien te sostiene sólo con un dedo bajo el cuerpo y entregas tu peso y dejas que el movimiento te lleve, sintiendo la paz en ese instante de entrega. 

Es sólo un suave baile entre seres humanos sintientes que nos acompañamos a hacer el duelo y a celebrar la vida.
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