MI ACOMPAÑAR
MI ACOMPAÑAR
Acompaño a las personas desde una escucha profunda del espacio, de mi espacio interno, y del espacio externo.
De esta escucha profunda, nace el respeto a los tiempos y al ritmo de cada persona, manteniendo el foco en el equilibrio y la armonía del Ser.
Vivo mi trabajo como un regalo, un espacio de muchísima belleza, una energía vital en movimiento recorriéndome en gratitud en ese instante sagrado de encuentro.
Desde la aceptación y el mayor respeto que mi Ser puede alcanzar, honro el proceso de cada persona, confío en toda su capacidad y fuerza, y me limito a acompañar unos instantes de su caminar.
Resueno mucho con este texto en lo que significa para mi acompañar:
LA FILOSOFíA DEL ACOMPAÑAR
1. Acompañar se trata de estar presente para el dolor de otra persona; no de hacer que su dolor desaparezca.
2. Acompañar se trata de ir al desierto del alma con otro ser humano; no de creer que somos responsables de encontrar la salida.
3. Acompañar se trata de honrar el espíritu; no de enfocarse en el intelecto.
4. Acompañar se trata de escuchar con el corazón; no de analizar con la cabeza.
5. Acompañar es dar testimonio de las luchas de otros; no de juzgar o dirigir esas luchas.
6. Acompañar se trata de caminar al lado; no de conducir o ser conducido.
7. Acompañar se trata de descubrir los dones del silencio sagrado; no significa llenar con palabras cada momento.
8. Acompañar al que sufre se trata de quedarse quieto y en silencio; no de querer moverse frenéticamente hacia adelante.
9. Acompañar se trata de respetar el desorden y la confusión; no de imponer orden y lógica.
10. Acompañar se trata de aprender de otros, no de enseñarles.
11. Acompañar se trata de tener una actitud de curiosidad y no de expertos.
Alan D. Wolfelt
¿Cómo te puedo ayudar?
Sesiones individuales
Te invito a conocerte desde un nuevo lugar, libre de juicios, más comprensivo y amoroso, que te permita desde ese lugar seguro llevar a cabo la transformación que deseas.
Encuentros grupales
Espacios donde permitirnos estar expresados y acoger lo que el otro expresa. Desde la escucha profunda y la comunicación empática, se abre un mundo para explorar el campo fértil que somos, lo que nos conecta con la vida, con la naturaleza, y con todos los seres de la Tierra.